lunes, 12 de marzo de 2012

Sobre legiones flotantes de ángeles y arcángeles...


“Leí en la biblioteca de la Universidad [de Oviedo] la Iliada, de Homero, traducida en verso libre por Hermosilla. Aunque tiene fama esta traducción de indigesta, me causó extremado placer. La edición era excelente, lujosa, y esto contribuye más de lo que generalmente se cree para hacernos amables los libros. Por espacio de algunos días viví en constante embeleso entre aquellos héroes tan divinos y aquellos dioses tan humanos. Sobre todo las diosas hicieron verdaderos estragos en mi imaginación infantil y lograron rápidamente convertirme al gentilismo. Fui un empedernido pagano por más de dos meses, sin que mi familia ni mis profesores pudieran sospecharlo. ¡Cuál gritaría nuestro descomunal y fragoroso catedrático de Religión y Moral si supiese la gente que frecuentaba mi cerebro! Quise leer también en la misma biblioteca El paraíso perdido, de Milton, traducido por el canónigo Escoiquiz, pero no fue posible. Me aburrió infinitamente. Yo era entonces, como acabo de manifestar, un pagano que quemaba incienso en los altares de los ídolos. Aquellas legiones flotantes de ángeles y arcángeles suspendidos en los espacios, sin tierra donde apoyarse, me parecían tristes volatineros...”

(Armando Palacio Valdés, 1853-1938)




Imagen tomada en el Teatro Armando Palacio Valdés, Avilés (Asturias), edificio
neobarroco proyectado por el arquitecto Manuel del Busto e inaugurado en 1920,
declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento el 28 de diciembre de 1982.


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