martes, 16 de julio de 2013

Sobre putas tristes, carnaza, aculturación y contracultura…

Recién termino de leer Memoria de mis putas tristes (Mondadori, 2004), la última pero no precisamente nueva novela de Gabriel García Márquez, pienso en escribir una humilde reseña cuando un buen amigo, también aprendiz de escribano, me recomienda que meta más carnaza en el blog. Entiendo el contenido de su sincera recomendación como un giro claramente metafórico de la acepción más coloquial que apunta la Real Academia Española: en una persona, abundancia de carnes. O sea, que las carnes vienen a ser las que dan juego en la red, el leitmotiv de la globalización, el súmmum de la era digital. Aviados estamos, que digo yo sin temor a descubrir mi genealogía.

Ya otro amigo mexicano, Don Palafox, comprobó las excelencias de las imágenes carnosas cuando en su comprometida bitácora ─de tamaño compromiso que los tenaces que le seguimos nos vamos quedando en el camino─ decidió insertar una insinuante imagen de una actriz de la industria pornográfica en condición de posado pretendidamente inocente. Tal fue así que el texto de la entrada, destinado ineludiblemente a su no lectura, apenas tenía que ver con el motivo de la fotografía. Y también tal fue así que la entrada fue la más vista de la historia del blog, disparando las visitas hasta sonrojar al contador. Otro afecto de derrotas inesperadas me hizo partícipe de un dato publicado por el imperio Google: las palabras más buscadas en su meta-híper-ultra-buscador a lo largo del último año. Sí, como era fácil suponer, en el primer lugar de 2012 figura “porno” y en el segundo “prono”, lo cual viene a decir que la mitad del país somos pajilleros y la otra mitad disléxicos, o mejor, disgrafos.

En fin, que no me voy a detener en la breve historia que narra el fallido amor en Barranquilla entre un periodista nonagenario y anacrónico y una lolita virgen de catorce años, si acaso también en el elenco una madame venida a menos y una sirvienta que entrega sumisa su puerta de atrás. Prefiero ir a la investigación social, al trabajo antropológico de campo, al empirismo como tal, que diría Malinowski. Comprobemos a donde llega este texto inconexo ad hoc, ilustrémoslo con carnaza fresca, la más inmediata lolita que nos ofrece el imperio. Pongamos el contador a cero y vayamos a dormir. Mañana habrá vencido la aculturación, mimetizada en moderna contracultura con disfraz del todo a cien.



Lupe Fuentes, aka Zuleidy, aka Little Lupe, lolita pornstar.

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